Y que se acabe el mundo, que se hundan los barcos, que se estrellen los aviones.
Que llueva sobre nosotros para siempre, o que arda hasta el ultimo poeta.
Pero por favor, que nunca caiga ninguna de las paredes en las que me estampabas y me desordenabas.
A besos.
A besos.
Y que las guitarras ahorquen entre sus cuerdas a los pianistas.
Que las noches de colocón ya no se hayan inventado nunca.
Pero por favor, que nunca se te vaya ese vicio tan insano de fumarme.
Y nunca consumirme del todo.
y aun sigo esperando que te pierdas entre mis piernas.
No digas que no son tu laberinto favorito.
Se tu secreto.