Me siento atada de pies y manos.
Congelada en la hora que mi reloj de muñeca marca justo en este momento.
Sedienta de tus palabras, esas que odio incluso antes de que las digas.
Pensando en el después, cuando aún no ha llegado el ahora.
Un quédate aguardando su momento de esplendor entre mi lengua y mi garganta.
Una cascada salada apunto de estallarme la mirada.
Tus manos lejos de mi piel, mucho mas adentro, apretándome la razón.
Dolor, nadando por mis venas, acabando con los restos que me quedaban de ti.
Y tu me miras como si nunca me hubieras visto,
apunto de disparar un "lo siento" a una completa desconocida.
Tengo las manos frías y el pecho ardiendo.
Es como estar en medio de un descampado,
oliendo una lluvia que se avecina,
sabiéndote ya empapada cuando aún no ha caído la primera gota.
Esa siempre es la que mas moja de todas.
Esto es tan aterrados como inevitable,
tan cierto como inimaginable.
Tan real como un corazón partido en dos.
Tan evidente como un final sin segunda parte.