Éramos dos líneas paralelas que
siempre se tocan, como fumarse un cigarrillo debajo del mar. Cuando
te quería conmigo nunca estabas, pero cuando te necesitaba nunca te
fuiste.
Un día de playa nevando, una navidad
en el desierto, una paloma blanca muerta de un balazo.
La frase que salvaría al mundo y murió
bajo el aliento, los mudos que no paran de gritar, el silencio de
quienes saben lo que escuchan.
Pero nos daba igual, siempre nos ha
dado igual y bailábamos del revés con la cabeza en el suelo.
Esperábamos el ayer y olvidábamos el mañana. Cumplíamos un año
menos, pintábamos de colores las manecillas del reloj.
Tenía frío y le ponías mas hielo al
corazón, tenías calor y yo encendía otra cerilla.
En todos nuestros incendios,
¿recuerdas?
Siempre llovía.